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El darse cuenta y la toma de conciencia

El darse cuenta y la toma de conciencia

Según Steven (1976), en su libro titulado “El darse cuenta” distingue tres zonas: el darse cuenta del mundo exterior (“me gusta como huele esta habitación”); el darse cuenta del mundo interior (“siento nauseas”, “me duele la cabeza”, “tengo hambre”). Y por último, el darse cuenta de la fantasía, que tiene que ver con toda la actividad mental que va más allá del presente (“me acuerdo cuando era pequeño lo bien que lo pasaba”, “pienso mucho que puedo morir”, “ mi próximo proyecto será crear mi propia empresa”).

El darnos cuenta de algo hace referencia a lo que está sucediendo aquí y ahora y que tiene que ver con lo que hace figura, un aquí y ahora que está en continuo cambio.

Según la definición de Yontef (1995),

El darse cuenta es una forma de vivenciar, es el proceso de estar en contacto alerta con la situación más importante en el campo ambiente/individuo, con un total apoyo sensorio-motor, emocional, cognitivo y energético.

Y para ello es necesario que se den las siguientes condiciones:

  • Solo es eficaz cuando está basado en y energizado por la necesidad dominante actual del organismo.
  • No está completo sin conocer directamente la realidad de la situación y cómo está uno en ella.
  • Es siempre aquí y ahora, y siempre cambiando, evolucionando y trascendiéndose a sí mismo. (p. 171)

Además el darnos cuenta nos lleva a estar en contacto con la situación que está aconteciendo y la forma en la que la persona lo está vivenciando. Pero también uno puede darse cuenta en su presente de algo que sucedió en el pasado o que sucederá en el futuro, como puede ser el hecho de planificar algo.

Por otro lado, el no estar en contacto con nuestro presente, con lo que ocurre aquí y ahora, nos vuelve neuróticos;  estamos en el pasado que ya no está presente o en el futuro que todavía no ha ocurrido.

Ante algo que nos molesta, nos duele o nos trae alguna incomodidad interna, tendemos a querer evitar estas sensaciones displacenteras; por lo que desplegamos todo un abanico de mecanismos tendentes a bloquear de múltiples formas, no llegando a ser plenamente consciente. En este sentido, el darse cuenta nos ayudaría a tomar conciencia de lo que nos sucede, de ese conflicto interno, a través de lo que nos hace figura, de la necesidad más urgente, volviendo el organismo a su equilibrio.

Bibliografía

Yontef, G. (1995). Proceso y diálogo en psicoterapia gestáltica. Cuatro Vientos. Santiago de Chile.

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